Entrados en desgracia, rompiendo prejuicios, taladrando el alma marchita.
(Permítaseme ladrar sobre el lodo. Dejar una a una, cada mina, esperando romper carne, huesos, dientes, cráneos)
Su cuerpo tenía escamas, los implantes dejaron en claro la posición económica y la disposición para la investigación médica. Parecía querer tomar forma de un dragón, como en las mitologías de oriente. Dejar la vida de un simple mortal y arrojarse a la aventura junto a las divinidades. Por momentos, se conseguía entender cual truco de inocente "animalidad", como cuando se escoge el traje para una fiesta de disfraces.
  Bajo los pies, en las plantas, tornaba un color algo amarillento, al parecer, su metabolísmo estaba por conseguir tan preciada metamorfosis. No sabemos qué enseñanzas sintetizaron su distinguida decisión. Semejante transgresión a las leyes naturales sólo puede hacer pensar en ciertas perturbaciones o, en su debido caso, algo intencionado, rescatado de sabrá que tradición olvidada.

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